vedantaEl hombre y la ecologia
Según los Veda, el planeta y todos sus recursos son una manifestaron de DIOS, ishvara. es por eso que se busca no maltratar, ni derrochar. Entonces comprendemos también que no solo le pertenece a la Humanidad solo, si no a todo ser viviente,existente a todas esas especies que la habitan a la tierra. Entonces, agradecer,honrar lo que la tierra nos da es volver a su fuente original lo que ES.
En el Vedas clásicos: Isa Upanishad dice:
"Todo Universo le pertenece a Dios, por lo tanto, toma solo lo que necesites, lo que esta reservado para ti, no recojáis mas, porque tu sabes a quien pertenece."
Es así entonces que solemos leer, escuchar en todas las tradiciones, en su saber, que el Hombre, que la Vida Humana, tiene un propósito mas allá de atrapar, acumular pertenencias materiales o volverse poderoso, es que es el de encontrar,encontrarnos en Dios dentro y fuera de nosotros, y eso puede suceder nos cuando podemos manifestarnos acá en la Tierra, en todo y con todos nuestros potenciales espirituales y entonces hacer de este Mundo, Universo lo que ES..
El Śrimad-Bhāgavatam cuenta una historia que ilustra este tema:
El rey Prithu
Hace mucho tiempo, antes del desarrollo de la sociedad organizada, el cruel
rey Vena gobernaba la Tierra. Orgulloso de su poder, Vena detuvo todas las fun-
ciones religiosas e inició su propio culto, lo que requirió que todo el mundo le adorara como la Deidad. Durante la injusta imposición de Vena, la Tierra retuvo sus riquezas, y la carestía y el desasosiego se esparcieron. Cuando los sabios vieron que la práctica religiosa había sido detenida, anunciaron que no podría haber paz y tranquilidad. Ellos ordenaron que el primer deber de Vena como gobernante fuera promover la religión, pues luego la Tierra estaría contenta y recompensaría a la humanidad con la prosperidad de la naturaleza. Pero Vena ridiculizó sus consejos e insistió en que, como rey legal, él era la única autoridad y debía ser el único objeto de adoración de todas las personas.
Vena se rehusó a cambiar, así que los sabios invocaron al señor Yama–dios de la muerte– por el bien del mundo. Y de su cuerpo muerto hicieron nacer a un hombre y a una mujer. Eran la encarnación de Narayana (Dios padre) y de Lakshmi (Diosa Madre). Los sabios los adoraron diciendo: “Este hombre recibirá el nombre de Prithu –protector del mundo– y ella será llamada Archis.
Serán esposa y esposo. Y todo el mundo conocerá nuevamente la gloria, por-
que Prithu será un rey maravilloso”.
Él recordó el verdadero sentido de la religión, instaló los ritos védicos,
estableció los primeros ayuntamientos e introdujo la agricultura por primera
vez. Doblegó a la Tierra, pero no para sacar provecho. Más bien la complació
e invocó su instinto maternal.
Este maravilloso rey tomó esas palabras seriamente, y así comprendió que tenía una ardua tarea por delante. Por ejemplo, descubrió que sus súbditos se hallaban extremadamente débiles y delgados. Se encontraban mal alimentados, pésimamente nutridos y en un estado sumamente penoso. Ellos llegaron ante él y le dijeron:
“Querido rey, por favor danos alimento. Como un árbol es consumido por el fuego oculto de su leño, nosotros hemos sido consumidos lentamente por el fuego del hambre. Todas nuestras energías sufren por falta de alimento y nos encontramos inhabilitados para realizar nuestro trabajo. Por favor, sálvanos de esta hambre que nos está matando”.
Prithu pensó por un instante, y se dio cuenta de cuál era la causa por la que todos estaban hambrientos. Vio que la tierra había ingerido todos los alimentos nutritivos y las semillas dadoras de vida, y que no iba a permitirles crecer. Así pues, el rey Prithu se disgustó mucho con la actitud de la Madre Tierra y decidió castigarle. Tomó su arco divino y lanzó una flecha para herirla. Ella se atemorizó y tomó entonces la forma de una vaca huyendo del rey.
Como la Tierra no pudo hallar a nadie que la protegiera, finalmente cayó a los
pies del rey diciéndole:
No me destruyas. Trátame como tratarías a una mujer. Protégeme. Tú eres un rey bueno y no debes golpear o castigar a una Diosa como yo. Mis semillas, raíces y hierbas, las cuales se supone deben ser ofrecidas a Dios, estaban siendo usadas por hombres mentirosos, sin ninguna comprensión espiritual.
Por eso las he escondido, pero tú ahora las puedes extraer, conduciéndome.
Si usas la sabiduría apropiada, que ha sido descubierta y establecida por los
sabios, serás capaz de conseguir alimentos de mi propio cuerpo. El que reside
en la ley de los sabios cosecha buenos frutos. Y el tonto que ignora estas leyes de los sabios, y actúa de forma egoísta y violenta, no obtiene lo que desea.
Sé que eres el Señor de los Señores, que tú me has creado para que yo sea el hogar de los seres vivientes, y también de las cosas no vivientes. Me has
hecho madre de todos ellos. Cuando fui enterrada en el fondo del océano, en los
mundos inferiores, a causa de la crueldad del demonio Hiranyaksha por minar
la tierra para sacarle oro, fuiste tú quien me elevó y me estableció firmemente.
Después de oír esto, la mente del rey Prithu se tornó compasiva y le dijo
a la Madre Tierra: “Como los seres humanos han olvidado lo que vales, toma-
ron como un hecho el que tú les entregarías todo. Como siempre se habló de
la providencia de la Madre Tierra, y como esta ya es proverbial, no te tuvieron
demasiada consideración. Si una madre tan maravillosa como tú ha perdido
su paciencia, entonces el mundo debe, realmente, haberse tornado un lugar
habitado por pecadores. Por favor, no sufras más. Yo acabaré con este error.
Luego la Tierra, en forma de vaca, le dijo a Prithu: “Provéeme con un ternero que pueda hacer que yo entregue mi leche. Provéeme tú mismo también del cuenco adecuado dentro del cual la leche pueda ser contenida. Sé atento y busca a la criatura humana cuya pureza y sinceridad sean suficientes como para ordeñarme”.

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